En algunas de las fotografías tienes que entrecerrar los ojos para verlo – encajonado entre troncos de árboles o envuelto en niebla. En otras, está tan cerca que todo lo que ves son remaches o el entramado de vigas de metal. En su serie Treinta y Seis Vistas del Puente Golden Gate (el título hace referencia a las famosas impresiones en madera de Katsushika Hokusai del Monte Fuji), el fotógrafo estadounidense Arthur Drooker se propuso desfamiliarizar el gran hito californiano, preguntando: “¿Es posible ver de nuevo el puente más fotografiado del mundo?” Después de dos años en el proyecto, salió con “profunda admiración” por sus constructores que desafiaron las predicciones de que el estrecho de una milla jamás podría ser cruzado. “Lo que encontré más resonante”, dice Drooker, “incluso más que el estatus del puente como un ícono de ingeniería y arquitectura, es su poder como símbolo de posibilidad.”
